«La creatividad es mi mejor lenguaje»

Mi nombre es Maria Gabriela Preti, tengo 53 años, soy nacida en San Luis en 1967, quien sabe de qué plano cuántico. La única fantasía de la certeza es que en todos encontré el arte, yendo y viniendo, reabriendo y sanando heridas.

Tengo dos hijos, Matias de 35 y Pedro de 29, las dos personas que me enseñaron a amar y que amo sin pedirles nada a cambio.

La creatividad es mi mejor lenguaje.

Aprendí con arte a leer como en sistema Braille o con la percepción visual del lenguaje de señas, donde lo dicho no era lo hecho o viceversa, lenguaje de sordociegos emocionales. Aprendi a traducir mis supuestos.

Cómo creativa autodidacta desde corta edad defino mi actividad como laboratorista de Arte.

La curiosidad me ha llevado por más de 30 años a trabajar con técnicas y materiales alternativos.

Los talleres en los que participé durante muchos años fueron de artes menores, técnicas aprendidas  por las cuales recibimos el nombre de  Artesanes y que gracias a la escuela  Bauhaus, se nos reivindicó como Maestres del arte, sin discriminación de rangos.

Por el 2001 me radiqué en Milan, Italia. Ese tiempo de 15 años en otro país está entre las mejores experiencias de vida laboral y emocional: monté un  laboratorio de arte, con la suerte de una gran concurrencia de alumnes, en su mayoría mujeres, donde comprobé que lo mejor que nos puede pasar es obtener herramientas para lograr autonomía, y que se puede vivir con y desde la creatividad.

Concurrí por varios años al taller de arte del maestro Vittorio Emanuele, maestro brillante y excéntrico con quién aprendí la teoría del color, la geometría secreta de los pintores, como lo llamó  Charles Bouleau, y me enamoré de la proporción áurea y la pintura en óleo. El realismo en el movimiento artístico me atrapò.

He pasado muchas crisis de técnicas, materiales y estilos, pero siempre mantuve un hilo conductor relacionado a la infancia y la mujer. Participé en muchas muestra colectivas, la mayoría en Italia, con logros de premios y de reconocimiento a mi trabajo, aunque me cuesta enumerarlos como se hace con un curriculum vitae.

Muchas de mis obras se quedaron en Italia. Las extraño cada tanto, pero es parte de soltar, aprender, desaprender.

Desde que volví por elección a Argentina con mucho amor, cuento con otra de mis mejores experiencias, la de haber trabajado en La Calera, San Luis, enseñando un oficio creativo a niñes y adultes. Allí aprendí más de la vida que en todos mis años transcurridos.  Con mucho trabajo, aún apuesto a la enseñanza en laboratorios de arte, donde enseño arte decorativo, alternativo, arte clásico y reciclado artístico, brindando herramientas de desarrollo artístico y un espacio sereno y protegido.

Sigo apostando a que se puede ser autónomo con la creatividad.

Tengo una gran afinidad con los retratos de sillón, siento que por algún motivo son un simbolismo en mi vida.

“El sillón de pensar” es la pintura de óleo sobre tela (50cm x 40cm) que les presneto en este articulo. Una obra realizada con una técnica de realismo mágico.

Esta obra tiene una paleta de colores fríos y cálidos, un muro empapelado por un árbol de magnolias, donde la planta a medida que  va extendiendo sus ramas, va tomando vida con un  realismo mágico, las flores dejan de ser un simple papel de pared.

«El Sillón de pensar» acumula en su costado libros, quién sabe si leídos o por leer, pero no son los actores preponderantes; el banquito de madera retrata un tiempo campestre de casonas burguesas, puede que se usara para “el arrimado”. El Sillón de pensar es el que  tiene el lugar preponderante, es el que está privado del miedo al insomnio, en donde habita el tiempo sin tiempo, donde la libertad de pensar es un derecho que se cumple.

En el Sillón de pensar siempre se te ocurrirán cosas.

Por Maria Gabriela Preti.

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