¡Guadalupe!

Mujeres, solo mujeres rugiendo en la tarde…

Una sola voz tronaba imperiosa: ¿Dónde está Guadalupe?.

El reclamo viajaba por el viento, que lo escuchara el mundo.

El grito era aterrador, por momentos no se resistía.

El sonido retumbaba en las entrañas, los úteros se sacudían al escuchar su nombre y los pechos se vaciaban del alimento atávico.

Las hojas de los árboles incitaban el aire para replicar su nombre cual eco sin fin, en una humanidad perdida.

La nausea nos invadía nublando el corazón, avanzábamos con la fuerza de lo imposible, para enfrentar lo miserable y denunciar una humanidad deshabitada.

No solo nos preguntamos ¿Dónde está Guadalupe? Sino ¿Dónde estamos nosotrxs? ¿En qué nos transmutamos?

Por Marta Fourcade.

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