Lo llamaba otoño, crujía como las hojas del parque bajo las pisadas de zapatillas inquietas. Se amarilleaba en las tardes tibias, se escurría temprano cuando el fresco necesitaba abrigo. Cuántos días soleados lo encontraba al
amparo de las últimas hojas del fresno.
Yo lo quería pero él rechazaba mis fuegos de verano. Ruidoso como las hojas de la estación, ventoso como un día de abril, sereno a veces, como una mañana de sábado. Elegante y liviano de ropa, sabiendo que
lo esperaba el frío intenso. Húmedo quizás, recibiendo el rocío matinal. Nuboso y melancólico, con ganas de llover tristezas.
Otoño sos como una guirnalda de juegos y malabares, de canciones esperadas y otras inventadas, de risas espontáneas que despiertan de la siesta. De poesías cortas como un día con bruma. De cuentos anochecidos cerca de la lámpara.
Otoño de ciudades, otoño de las sierras, siempre sos otoño pero te siento diferente. Es que vas mutando a medida que avanzás en geografías; pero siempre volvés a tus orígenes, los de las sombras y soles, de los vientos y los serenos, las lloviznas y la calma, las tormentas y los cielos diáfanos.
Me meto en tu pintura de pasteles e invento atardeceres: los del pueblito que me vio nacer, los de la ciudad donde crecí, los de las sierras que ven mi transcurrir acompañando a mi amor.
Te amo otoño, sos mi tibieza de todos los días. Así, triste a veces, soleado otras, taciturno en los crepúsculos, pero auténtico, puro y visceral hasta la próxima estación.
Por Nori Massa.
Escrito en la ciudad de Potrero de los Funes, provincia de San Luis.
Esta poesía fue publicada en el espacio «Palabras Trenzadas»
Venimos del Taller de la Tukis “María Elena Tukis Carras”, excelente psicoanalista que además – coordinaba el taller “Alas Letras”.
Tuve la dicha de participar en él desde 2016 hasta su partida, que nos dejó consternados y solos. Sostuvimos como pudimos el espacio que ella había construido. Por cuestiones que no vienen al caso, el grupo se fue desgajando, hasta disolverse.
Con Nori y Cristina seguimos escribiendo semana a semana. Respetando el día: los miércoles a la hora de “Alas”. Desafiando tempestades, pandemias y dificultades.
Todo el año pasado y lo que va del 21 lo hicimos de manera virtual. Se incorporó Andrea, increíble compañera. Mucho menor que nosotras que escribe exquisitamente, con sensibilidad y belleza. Cristina, cuando puede.
El taller “Palabras trenzadas” es nuestro refugio.
Somos lo que aprendimos de vos: caminantes del amor a las que, las letras de tus alas se despliegan cobijandonos.
Por Silvia Lacreu.