Asumir la Educación en pandemia

Este articulo es una conversación entre la Esp. Alejandra Quinteros y la Dra. Ana María Zoppi (San Luis, Febrero de 2021), que se plantea como diálogo y no como una entrevista unidireccional.

Como pedagogas, lo que nos preocupa es la visión de la educación en este contexto, qué es el aula hoy, cómo se va a plantear la educación ante el hecho de la virtualidad y de la presencialidad ,dos extremos que no logran coincidir… Como pedagogas nos preocupa la situación actual y sus proyecciones, ya que no hay respuestas únicas, es un intento de pensar la educación en tiempos de pandemia.

Ana: El contexto al que te referís es muy importante de destacar, porque pareciera que la palabra contexto es, hoy, sinónimo de pandemia. Condiciona todo lo que podemos pensar de la educación y de muchas otras áreas también.. Ante esto, podemos considerar, al menos, dos cosas.

Una es que el contexto crea ideas, activa ideas, moviliza ideas, nos hace discutir y genera debates, insatisfacciones, logros. Entonces está sirviendo para que algo pase.

Pero, además, me gustaría reivindicar la palabra contexto en sí misma. Aquí podría darse, a mi juicio, uno de los aprendizajes más significativos que podemos tener, por que en los últimos años de modernización educativa nos hemos acostumbrado a pensar la educación sin contexto.

La perspectiva técnica en la educación, que ha sido hasta ahora dominante, es una perspectiva arraigada en el positivismo, que compara situaciones educativas, califica y descalifica, propone estándares, como si eso se pudiera dar en abstracto, en función de alguna ley universal a la que tendríamos que acomodarnos.Considero que esto nos lleva a pensar de una manera a-histórica, que se desarraiga de la sociedad concreta en la que nace el fenómeno educativo.
En cambio, deberiamos reconocer que la educación no se puede desconectar de un contexto porque, finalmente, la educación es una práctica social, que muestra lo que quiere o lo que le sirve a cada determinada sociedad. Entonces, la pregunta sería: ¿Las acciones educativas que estamos desarrollando, tienen que ver con nosotros? ¿Nos expresan? ¿Nos representan?

Para pensar la educación hay que pensar la socieda. Actualmente, el contexto de pandemia nos desbordó. Pero eso nos plantea el desafio, desde la sociedad en su conjunto, desde los padres, desde los docentes, de preguntarnos qué podemos y qué queremos con nuestra educación, para ahora y para después.

Unos defienden la presencialidad, otros la virtualidad, seguimos pensando en la funcionalidad de la educación… El debate, circunscripto de esa manera, me preocupa seriamente. Más que ser un avance es un retroceso en cuanto a las categorías de pensamiento que estamos utilizando, porque son categorías binarias que, a veces, se presentan como absolutamente opuestas. Pareciera que miramos el mundo desde un punto, posicionándonos de algúna manera excluyente. Peor todavía,podemos caer en una suerte de fundamentalismo que no acepta la dialéctica, y también,en una mirada maniqueísta, ya que una de las dos categorías va a estar valorizada como buena o mala. Pero no se trata de lo bueno vs lo malo. Se trata de ver que todo es complejo, se articula, se mezcla, entra en conflicto. La síntesis es algo que resulta de poder conciliar posiciones y todo tiene muchas caras.

Oponer presencialidad a virtualidad, no parece hoy adecuado, debido a que no cabe imaginar presencialidad sin virtualidad y viceversa. Si algún valor tiene una de las dos cosas hay que capitalizarlo en una experiencia social diferente, ya que hemos aprendido a usar otros recursos que nos pueden servir sin desestimarlos, pero tampoco transformarlos en algo absoluto. El contacto humano no debería perderse en la educación. Tampoco es constructivo oponerse absolutamente a la virtualidad. Quedarse en esas posiciones es anacrónico, no estamos aprovechando estas circunstancias para pensar.

Alejandra: Hemos hablado de que has participado en procesos de reforma educativa. ¿Este tiempo no ameritaría pensar en reformas educativas?

Ana: Nuevamente hay que discutir lo que estamos diciendo. ¿Qué entendemos por reforma o transformación educativa ? Si nos remitimos a la historia de la educación argentina, veremos que por reforma o transformación educativa lo que se instaló o se pretendió instalar fueron proyectos macro educativos que, en gran medida, se definieron desde las burocracias de los ámbitos de conducción educativa. Se trató de políticas educativas definidas desde fuera de las escuelas, no con los docentes, desde una representación ideal de la sociedad, que no tomó en cuenta quiénes éramos nosotros.

En cambio, prefiero pensar en un concepto menos ambicioso y más real. Pienso que lo que deberíamos buscar son mejoras educativas, microinnovaciones educativas, que nos permitan estar cada vez más cerca de valores que socialmente elijamos. De esa manera, podríamos pensar que las reformas son y pueden ser algo cotidiano. Es, quizás, lo que estamos haciendo los docentes históricamente y no se reconoce ni se valoriza. Hacemos la educación todos los días. Pensemos que la educación que tienen nuestros hijos va más allá de la institución estatal.

Imaginemos otro tipo de reforma, la que viene del desarrollo docente, de la conciencia incorporada en la prácticas, de la capacidad proyectiva que nos permite a todos pensar en la escuela, en la sociedad y en la vida, de otra manera. Pensemos en ese proyecto educativo que está en germen en una sociedad, en cada grupo que está constituyendo una escuela, desarrollando una nueva propuesta comprometida con los valores de la sociedad. Esto también puede ser y es una reforma. No hace falta que se instale legalmente, porque de esa manera no reconocemos las innovaciones curriculares que son las que se hacen cotidianamente en el sistema curricular.

Absolutamente, éstos son años para realizar reformas. Ningún docente hizo lo mismo que los años anteriores. Es evidente que hubieron innovaciones curriculares… Estamos haciendo una gran revolución en nuestras prácticas, que no deviene necesariamente de la instalación de un mandato, deviene de lo que hacemos, derivado de las circunstancias, de la mejor manera posible, planificando, trabajando cooperativamente. Estamos ante un desafío de innovación que no se puede esquivar en la sociedad. No todo tiene, necesariamente, que pasar por lo legal.

Alejandra: Como grupo planteamos el tema de todos los debates que se puedan dar desde el colectivo escolar. En 2020 quedamos todos desconectados, por ejemplo, creo que de los años que tengo de profesión pocas veces vi acercamientos poco productivos entre los educadores y los padres y madres, nos llegamos a reconocer de una manera no declarativa, no verbalizada. Ante los hechos nos dimos cuenta de la importancia de las familias en el proceso educativo, me parece que uno de los logros pudo ser el reconocimiento de las familias, también, a la tarea docente. Ese encuentro entre las familias y los docentes ojalá se logre capitalizar. Ha sido muy difícil el encuentro entre los miembros de la comunidad escolar

Ana: Si, yo creo que el mundo se construye socialmente en la historia. ¿Es difícil o es fácil vivir? ¿Es fácil ser un humano? Para la humanidad fue difícil el 2020. Pero la vida se resignifica y se reconstruye siempre. Ahora podemos advertir muchas diferencias con las situaciones a las que estábamos acostumbrados.

Los padres colaboraron muchísimo a partir de propuestas que recibieron de los docentes. Pudimos ver que los niños de los primeros niveles requieren todo un aporte humano y mucho acercamiento. Pero también vimos que los docentes aprendimos a usar otro tipo de recursos. Vimos que necesitamos leer más y centrar la educación en la lectura.

Todo es para ser pensado, todo es aprendizaje. Las nuevas tecnologías son un recurso contemporáneo. Ha habido, por supuesto, circunstancias que son insatisfactorias y hay que resolverlas. Faltando acceso a internet, hay una obvia desigualdad que nos compromete más que antes a toda la sociedad. De ninguno de todos esos medios se puede prescindir hoy.

El desafío es superar la rigidez de nuestro propio  pensamiento. Una escuela rural puede pensar de una manera en qué y para qué la presencialidad, que nada tiene que ver con la escuela urbana. Sería preferible no  pensar siempre en prototipos. La sociedad tiene que encontrar cómo va a ir educando. No es lo mismo la situación de un padre o una madre que no tiene donde dejar sus hijos, que otras familias que si pueden contar con eso. Hay que compartir las problemáticas, comprenderlas y trabajarlas. Pretender  instalar  prototipos puede parecer necio. Hay que pensar otras maneras de promover la presencialidad. ¿Podemos cambiar el entorno?  ¿Tiene que ser si o si el aula? ¿Podrán ser otros lugares: parque, club, canchas…

La escuela tiene que enseñar  a pensar, organizar, criticar… No importa el contenido, que cada vez más  es un pretexto. La sociedad ya fijó los contenidos básicos, aún así podemos incorporar otros y resignificar algunos bajo criterios básicos.  Porque el problema es nuestro, es hacernos cargo. En el Congreso Pedagógico un slogan decía que la educación estaba en manos de todos. Veamos qué puede cada uno ofrecer, qué espacios amplía la escuela. ¿Vamos a enviar a todos  a la escuela para repetir la misma lección? ¿O vamos a repensar la clase? Es autoritario buscar una norma para todos. No somos robots, somos una sociedad consciente, pensemos, desarrollemos, probemos, permitamos la diversidad y la diferencia.   Nadie nos prometió un mundo sin espinas. Si ponemos en valor lo que aprendimos, creo que  crecimos. Fue difícil, pero logramos aprender  ciertas cosas.

Alejandra: Educación de las nuevas generaciones. No hay diálogo con el docente…

Ana: No hay diálogo cuando las situaciones se definen de manera cerrada. Cuando el docente plantea las condiciones y, frente a esto, hay un joven que va a resistir a las propuestas de lo que considera antiguo y pasado de moda. Por ello no hay diálogo. Esta nueva juventud forzó a los docentes a no ser ignorantes y a buscar ayuda y, por qué no, pensar con el estudiante una reforma, un proyecto educativo diferente. Sumemos recursos diferentes para lograr otra cosa y aceptar y no imponer contenidos. No permitir la charla, no tener argumentos está mal, son falencias de los educadores. Y también hay falencia en los jóvenes cuando hay supuesta omnipotencia y no lo pueden todo… es fácil ser omnipotente cuando se está instalado en condiciones de seguridad.

Está todavía esa idea de que es el docente el que sabe. Nadie tiene todo el saber y nadie deja de tener saber… Urge repensar, porque esto va a seguir por no sabemos cuánto.

La sociedad se planteó cosas que no se pueden quedar siempre en un mismo lugar. Esto fue un shock universal. Entonces vale pensar ¿qué aprendí yo de la pandemia?, ¿cuáles serán las nuevas categorías para desarrollar el proceso educativo?, etc. Serán algunos interrogantes para pensar

Finalmente, Ana reflexiona:

Me gusta la educación como desafío, no imagino una educación que no sea un desafío, tanto para los docentes como para los alumnos. es un desafío como la vida. a veces queremos de repente trasladarnos en un ovni a un mundo de flores . pero los paraísos se crean y eso implica trabajo y, en primer lugar, pensamiento.

El desafío de la educación hoy y en todos los tiempos es promover el pensamiento, no importa cómo. todas son vías, son caminos y son históricos, transitorios. no hay que perder la capacidad humana de pensar.

Sobre la Dra. Ana María Zoppi

Formación académica

TÍTULO DE GRADO

  • Licenciada en Pedagogía expedido en carácter de Diploma de Honor por la Universidad
  • Nacional de Cuyo (hoy Universidad Nacional de San Luis) en 1971 (Resolución Rectoral 1439). Promedio 9,42.

TÍTULOS DE POSTGRADO

  • Doctora de la Universidad Nacional de Buenos Aires Área Educación ,Expedido por la Facultad de Filosofía y Letras
  • UBA. 2005. Calificación: Sobresaliente: 10 (diez).
  • Magister en Antropología Social , Expedido por la Universidad Nacional de Misiones en 1998. Promedio general: 9,50.
  • (Registro UNaM 4714). Carrera acreditada por la CONEAU con categoría B

Email: zoppi@fceqyn.unam.edu.ar

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