La mesa está servida
Cuando falleció la niña, la escuela se estremeció y entre cuchicheos el secreto a voces, recorrió las aulas como reguero de pólvora.
El impacto fue muy fuerte, algunxs reaccionaron ocultando el hecho, otrxs lo demonizaron, y lxs más lo divulgaron desde las zonas más oscuras.
Todxs asestamos el impacto, en especial los compañeros y compañeras del aula que tuvieron que vivenciar el banco vacio. La conmoción fue colectiva la tristeza, la congoja y la desesperación conformaron un preparado difícil de procesar.
No fue una muerte común, la escuela contaba en su historia con estudiantes que partieron muy temprano, en plena adolescencia, que ya es un sufrimiento irreparable. En esta ocasión los sentimientos de tristeza se unían a prejuicios, mitos, desprotección y desamparo. El Estado a través de la escuela tenía la obligación de proveer el antídoto necesario para que el “NUNCA MÁS” fuera también para los abortos clandestinos.
¿Qué hacer? ¿Por dónde empezar? Qué poder ofrecer que fuera válido para re-construir las subjetividades dañadas por la ignorancia y la estupidez humana.
“La contención,” esa acción tan mencionada, fue lo primero que decidimos hacer curso por curso, pusimos en palabras lo que había ocurrido lo centramos en la muerte y el aborto y fuimos acercando otras voces como serenidad, conocimientos, escuchas activas, afectos, lágrimas, reflexiones, cariños, etc. Había mucho dolor y asombro, mucha impotencia y orfandad. Las familias callaron o pontificaron, lo difícil fue hablarlo desde la piedad. Nos costó mucho trabajar este hecho y lxs adultxs nos quedamos prácticamente sin explicaciones, solo lxs escuchamos.
Nada hay que alivie una muerte injusta.
No hubieron reproches, el dolor fue más fuerte, tampoco desde el proyecto salimos a deliberar, no era el momento, era la prueba más evidente de la necesidad de trabajar en la prevención y en la información científica acerca de los embarazos adolescentes en particular.
Desde el proyecto reflexionamos acerca de que mas ofrecer a las y los estudiantes y en un tiempo cercano organizamos, con el aval de la rectora, una Mesa Redonda sobre “Educación sexual, aborto y salud reproductiva” en el Auditorio Mauricio López de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL). Allí participaron una abogada, una psicóloga, un doctor en Bioquímica, un cura del colegio Don Bosco y la coordinadora del Proyecto. Cada invitadx intervino unos cinco minutos y luego se abrió el debate. Concurrieron los y las estudiantes del nivel secundario.
Cuando estábamos hablando del preservativo como protección imprescindible para evitar contagios y embarazos no deseados, un grupo de tres o cuatro padres interrumpieron en el ámbito a los gritos descalificando las opiniones de los profesionales e invadiendo el espacio de lxs jóvenes
La Rectora tuvo que levantarse para pedirles que mantuvieran la calma y que si querían dialogar siguieran la metodología establecida porque esa actividad estaba programada para que lxs jóvenes hicieran preguntas y pudieran hablar acerca de sus sentimientos y emociones. En realidad, la actividad no pudo cumplir con los objetivos previstos porque los padres continuaron provocando y se resistieron a retirarse.
Una de las impugnaciones que hacían era que el preservativo no protegía, dejaba pasar el virus, y que la escuela no tenia que informar acerca de los métodos anticonceptivos.
Lo más lamentable fue que no pensaron en sus hijos y menos aún en los sentimientos encontrados que tenían los pibes y las pibas en esos momentos, el fin era dejar claro cuáles eran sus posiciones ideológicas clausurando toda posibilidad de reflexión y de expresión en lxs estudiantes
La posibilidad de pensar por sí mismxs no era una práctica estimulada en general por la escuela, salvo por algunos profesoras/es.
Enseñar y aprender, ese proceso irreverente que nos ayuda a ser.
¿Qué te hubiera gustado que te enseñaran en la escuela?
Por Marta Fourcade.