En aquellos días, en los pasillos de la Mixta, abundaban los aires de debates y de ideas, aires que inspiraban a la palabra, aires que movían a la acción y a la originalidad; esas brisas se transformaron en las fuerzas colectivas que produjeron los cambios.
Dimos los primeros pasos con el FONID (Fondo Nacional de Incentivo Docente), ese fue el inicio de la reflexión colectiva que nos imprimió un sello: poder pensarnos. Las ideas más utópicas surgieron en las diarias reuniones, a las que asistían más del 60% de los y las docentes, como la que propuso la seño Alba Rodríguez Durán cuando en un diálogo casi impensado ella pregunta: “¿Saben por qué nos pasa todo esto? Porque no votamos al Rector de la Universidad Nacional de San Luis ni participamos con voz y voto en el Consejo Superior de la Universidad y concluye, si votáramos a las autoridades seríamos ciudadanos y nuestras voces serían escuchadas”.
¿Qué decir ante esa invitación a pensarnos como sujetos de derechos
democráticos y políticos, en una Academia donde los votos son ponderados?
¿Cómo comenzaríamos a transitar por ese camino? Ya era el año 2002.
Convocamos a los dirigentes de ADU, Roberto Perino y Aníbal Oliveras luego se sumó el Dr. Alfredo Velasco, escucharon la pregunta y respondieron con algunos interrogantes y a la pregunta de Alba ellos le colocan un nombre: Ciudadanía Plena.
Fue una idea aventurada en tiempos de dificultades sociales y económicas en nuestro País, sin embargo teníamos fuerza, ánimo y convicción.
Aquellos aires de 1999 impulsaron al grupo de docentes hacia otros pasillos: los de la Universidad Nacional de San Luis. Una hazaña que fue concluyendo hacia el año 2010.
“Hasta que los leones no tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador”. Del libro: “ La desmemoria de Eduardo Galeano”
Continuará…
Por Alejandra Quinteros.