¡Inventamos o erramos, Don Simón!

No sé por qué…será la presencialidad / virtualidad, los marzos que pasan sin plaza, la vida y los días que se van casi imperceptiblemente, que me acordé de un acto que hicieron los chicos de la Mixta en el 2004.

Todo a raíz de los desafíos en la educación en estos tiempo pandémicos, en que las recetas se han caído, los paradigmas perimido, los pibes atormentados por docentes escépticos y cansados en un San Luis de actitudes que no termino de entender. Aguardando que termine la pandemia para volver a la escuela (que ya no existe). A ese espacio de encuentro y complicidades adolescentes donde circulan los afectos, los saberes y, en ocasiones, trabajadores de la educación hacen florecer. La mayoría de las veces, pasan como meras repeticiones y sinsentidos.

Ese acto fue un sacudón al corazón de la escuela. Justo había sido incorporado al calendario escolar por la ley 25.633 como Día Nacional de la Memoria, la Verdad y la Justicia y por la Resolución 462 del 30/6/2004 del Consejo de Escuela. Nos preparamos con la alegría y la pasión de siempre.

Lo cierto fue que sonó el Himno Nacional Argentino versión de Charly García, previamente acordado en asamblea áulica. Yo lamento no haber filmado esos rostros de las autoridades… desencajados, estupefactos, incómodos, furiosos. Había para todos los gustos. También las miradas de asombro y regocijo de los pibes que, no lo podían creer. Para muchos Charly era lo más.

Continuó el acto con una representación y las palabras acerca de lo que para ellos significaba el 24 de marzo.
Obviamente a las fuerzas regresivas- que no eran pocas – no les gustó.

Yo siento que fue un gran desafío ese y otros actos que le siguieron (Noche de los lápices, Día de la diversidad cultural en que rompiendo todos los moldes resonó el Taky Ongoy de Víctor Heredia).

Sin ser contrafáctica ni mentirme a mí misma ni a los demás, ante esta situación de pandemia hubiera aprendido (como alumna de mis alumnos) y con otrxs colegas tan locos como una, un jeetsi meet u otra manera para comunicarme y buscar juntos recursos solidarios para llegar a quienes no tienen los medios. Armando redes y apelando al protagonismo de los pibes. Que, estoy segurísima, se hubieran prendido, con coraje y mística, superando las desigualdades.

Establecer puentes para preguntar qué sienten, qué piensan, qué necesitan. Cómo tejer historias y memorias desde las múltiples miradas y la diversidad para derrotar a la muerte. Para clamar belleza en medio de los que trafican desde la necedad de los privilegios y la ignorancia. Porque ellos tienen la creatividad y los fueguitos que sólo pueden ser encendidos por la pasión del saber. Con clases presenciales o virtuales como lo hacen miles de docentes que apuestan a la vida y la libertad. A la emancipación y decolonización.

Hoy por hoy virtualidad es el clamor: cierren escuelas, paren el contagio! Preservemos la Vida!

A seguir el camino de don Simón Rodríguez que planteaba la razón y la duda como motor del conocimiento. “Al que no tiene, cualquiera lo compra, al que no sabe cualquiera lo engaña” decía el maestro de Bolívar en condiciones diferentes aunque también difíciles.

Por Silvia Lacreu.

Escrito en últimos días del segundo marzo pandémico.


Este texto fue publicado en el espacio «Palabras Trenzadas»

Venimos del Taller de la Tukis “María Elena Tukis Carras”, excelente psicoanalista que además – coordinaba el taller “Alas Letras”.

Tuve la dicha de participar en él desde 2016 hasta su partida, que nos dejó consternados y solos. Sostuvimos como pudimos el espacio que ella había construido. Por cuestiones que no vienen al caso, el grupo se fue desgajando, hasta disolverse.

Con Nori y Cristina seguimos escribiendo semana a semana. Respetando el día: los miércoles a la hora de “Alas”. Desafiando tempestades, pandemias y dificultades.

Todo el año pasado y lo que va del 21 lo hicimos de manera virtual. Se incorporó Andrea, increíble compañera. Mucho menor que nosotras que escribe exquisitamente, con sensibilidad y belleza. Cristina, cuando puede.

El taller “Palabras trenzadas” es nuestro refugio.

Somos lo que aprendimos de vos: caminantes del amor a las que, las letras de tus alas se despliegan cobijandonos.

Por Silvia Lacreu.


Volver arriba